Volvo Cars insta a invertir más en energías limpias para aprovechar todo el potencial climático de los vehículos eléctricos
Volvo Cars hace un llamamiento a líderes mundiales y proveedores energéticos para que aumenten de forma significativa las inversiones en energías limpias a fin de que todos los vehículos eléctricos ofrezcan todo su potencial desde el punto de vista climático.
Este llamamiento coincide con la reciente publicación de un informe sobre las emisiones de carbono del último modelo eléctrico puro de Volvo Cars durante toda su vida útil, que demuestra la gran cantidad de emisiones de CO2 que se pueden ahorrar si un vehículo se construye y se recarga con fuentes de energía limpias.
También se produce mientras jefes de estado y líderes industriales de todo el mundo participan en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26 en Glasgow para debatir y anunciar planes revisados para reducir las emisiones de carbono a fin de combatir el cambio climático.
Volvo Cars tiene la intención de convertirse, antes de 2030, en un fabricante de vehículos exclusivamente eléctricos y tiene previsto lanzar una gama totalmente nueva de vehículos eléctricos puros durante los próximos años, una de las estrategias de electrificación más ambiciosas del sector. Este objetivo forma parte de su aspiración de convertirse, antes de 2040, en una empresa sin impacto sobre el clima; de ahí sus esfuerzos por reducir sistemáticamente las emisiones de carbono en todas sus actividades.
No obstante, para que pueda materializarse todo el potencial que encierran sus vehículos por lo que respecta a la reducción de carbono, la empresa necesitará la ayuda de los Gobiernos y el sector energético. Tal como demuestra el nuevo informe de análisis de vida útil (LCA) del Volvo C40 Recharge, la disponibilidad de energía limpia para la fabricación y la recarga de un Volvo eléctrico supone una gran diferencia por lo que respecta a la huella de CO2.
Si un conductor carga su C40 Recharge con energía limpia, como la energía eólica, la huella de CO2 del ciclo de vida completo del vehículo se reduce a menos de la mitad que la de un Volvo XC40 tradicional con motor de combustión. Si la carga se realiza con electricidad generada a través de combustibles fósiles, esa diferencia es mucho menor.
«Hemos tomado una decisión estratégica consciente: convertirnos en un fabricante de vehículos exclusivamente eléctricos y en líderes del sector, pero no podemos dar el salto a la neutralidad climática solos», señala Håkan Samuelsson, Director Ejecutivo. «Necesitamos que los Gobiernos y las empresas energéticas de todo el planeta refuercen sus inversiones en capacidad de energía limpia y en la infraestructura de recarga correspondiente para que los vehículos eléctricos puros puedan cumplir de verdad la promesa de una movilidad más limpia».
La compañía se hace eco del informe World Energy Investment 2021 de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que señala que, aunque las inversiones en energías limpias están experimentando «un repunte moderado», esas inversiones previstas «siguen estando muy por debajo de lo necesario para evitar las consecuencias más graves del cambio climático».
Según el informe de la AIE, las inversiones globales en energías limpias «tendrían que duplicarse en la década de 2020 para mantener las temperaturas muy por debajo de un aumento de 2 °C e incrementarse más del triple para que fuese viable una estabilización a +1,5 °C» del aumento de la temperatura mundial.
Desde el lanzamiento del XC40 Recharge —el primer vehículo eléctrico de Volvo Cars— en 2019, la marca elabora un informe LCA de cada modelo eléctrico puro. Estos informes ofrecen una transparencia total en cuanto a la huella de CO2 del vehículo en diversas circunstancias y proporcionan a los consumidores información valiosa sobre el impacto climático global del vehículo.
El informe LCA del C40 Recharge pone de manifiesto que, si el vehículo se recarga con electricidad procedente de fuentes limpias, la huella de CO2 del vehículo durante todo su ciclo de vida se reduce a unas 27 toneladas de CO2 (frente a las 59 toneladas que emite un SUV compacto XC40 con motor de combustión).
Sin embargo, si un conductor recarga su C40 Recharge con una mezcla energética global media (con una proporción de alrededor del 60 % generada a partir de combustibles fósiles), el tonelaje de CO2 correspondiente a todo el ciclo de vida del vehículo puede aumentar hasta las 50 toneladas, con lo que se reducen considerablemente las ventajas medioambientales en comparación con un coche de propulsión tradicional.
Por lo tanto, la energía limpia es un factor fundamental a la hora de reducir la huella de carbono que implica fabricar un vehículo eléctrico. Según el informe LCA, las emisiones de producción de un C40 Recharge son un 70 % más altas que las de un XC40 a gasolina. Esto se debe, principalmente, al alto nivel de emisiones de carbono de los procesos de producción de las baterías y el acero, y a la mayor proporción de aluminio utilizado en el vehículo.
Volvo Cars está adoptando medidas activas para reducir estas emisiones, por ejemplo a través de proyectos de colaboración previstos con SSAB para desarrollar acero sin combustibles fósiles y con sus proveedores de baterías para utilizar un 100 % de energías renovables en los procesos de fabricación de las baterías.
Entre 2018 y 2025, la empresa pretende reducir un 40 % la huella de carbono del ciclo de vida por vehículo medio, lo que incluye reducir un 25 % las emisiones de carbono en la cadena de suministro antes de 2025.
Por lo que respecta a sus propias operaciones, la empresa aspira a que sus procesos de fabricación no tengan ningún impacto sobre el clima en 2025. En la actualidad, todas las fábricas europeas de Volvo Cars funcionan con un 100 % de electricidad limpia, mientras que las plantas de Torslanda y Skövde, en Suecia, son totalmente neutras desde el punto de vista climático.
Fuera de Europa, los emplazamientos de Chengdu y Luqiao (China) también se abastecen con electricidad sin impacto para el clima.